sábado, 7 de abril de 2012

Un lugar seguro


Una de mis películas favoritas es “Julie and Julia”. En una escena, Julie, mientras prepara una torta en la cocina, luego de volver de una jornada de su trabajo desgastante y tedioso, le dice a su marido:

¿Sabés qué es lo que más me gusta de cocinar? Me gusta que después de todo un día en el que nada es seguro, podés volver a tu casa sabiendo que si agregás yemas de huevo a chocolate con azúcar y leche, la preparación se pone espesa. Es muy reconfortante.

Me siento muy identificada con la película, pero particularmente con esa escena.

El sábado a la noche me encontró recibiendo malas noticias en el ámbito laboral. No sé si es el cansancio, o la frustración que me provoca que las cosas no salgan como espero, simplemente no aguanté más y fui presa de un ataque de nervios.

Ahora comprendo por qué siempre que mi papá se iba a la oficina decía “me voy a seguir empujando el elefante”. Siento que a pesar de los esfuerzos, todo se mueve en cámara lenta.

Y como todos tenemos un límite, hoy alancé el mío. Rompí en llanto y no podía parar. De repente empecé a sentir hambre. Me vino un antojo incontrolable de comer espaguetis con salsa de ricota, cebolla y nuez.

Me encerré en la cocina y me puse a picar los ingredientes y a hervir el agua para la pasta. En ese momento entró mi marido y empezó a condimentar una entraña porque prefería comer carne. Yo le preparé un arroz con maní, cúrcuma y curry para acompañarla.

Sin darme cuenta, envuelta en el aroma de múltiples ingredientes que se cocinaban, mis problemas habían quedado en segundo plano. Por algunos momentos, esa magia que tiene la cocina consiguió que pudiera clamarme y mirar las cosas en perspectiva.

Recordé las palabras de Julie en la película y pude comprobar que en efecto para mí la cocina es un lugar seguro, donde recupero la tan necesaria y a veces esquiva sensación de tener las cosas bajo control.

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